“Siempre toca, siempre toca, sino un pito una pelota”. Así cantaban antiguamente los feriantes para animar a participar en los juegos de azar de sus ferias.
Sería difícil entender que se participara en un juego de azar sin que estén envueltas las emociones, tal vez de salir de un bache (“tapar un par de agujeros” que se oye normalmente), de mejorar su vida actual (“algunos todavía piensan ser aquel Curro, que marchó al Caribe”), de poder abandonar el trabajo actual (decir al jefe felices: “Hasta luego, Lucas”), por la emoción de jugar (“mientras haya salud”, frase típica del que no ha sido premiado), por ayudar a los hijos (“una madre es para un hijo lo que cien hijos no son para una madre”, dice la realidad histórica), o por si acaso (como el paraguas de sport, “espor” si llueve, pues para algunos la lotería se compra o se acepta “por si toca”).
Como vemos las emociones están ahí, independientemente de cuál sea la suya, si ha decidido jugar… ¿Está usted preparado para cobrar un premio de un juego de azar (como la Lotería) y no perder en el intento?
Como debe usted saber, en la actualidad, percibir un premio superior a 2.500 euros está gravado por la Administración Tributaria en un 20%. Es decir, usted cobrará un 20% menos ya que “Loterías” tiene la obligación efectuar el ingreso de ese importe a Hacienda.
Este puede ser un argumento que esgrima un blanqueador para intentar comprar su boleto premiado, “usted se ahorra de pagar impuestos”, “usted no pierde dinero” y además si el premio es de 100.000 euros se le entrega, por ejemplo, 110.000 euros (un 10% más) o 120.000 euros (un 20% más). A priori, parece algo muy tentador.
En el periódico El País, el inspector de Hacienda José María Peláez Marcos, menciona que “Blanquear dinero con la Lotería de Navidad es habitual y lo sabe todo el mundo». También mencionaba que “es muy difícil detectar esta clase de operaciones”.
Las emociones le pueden jugar una mala pasada. En esa operación, a priori sencilla, usted parece salir ganando, en realidad, todos parecen salir ganando y nadie se da-rá cuenta…. ¿Seguro?
Imagine que le ha tocado la lotería, lo sabe todo el mundo que está a su alrededor, usted lo ha revelado hace pocos momentos, ¿Se ve usted saltando, cantando y el contenido de la copa de champán que tiene en la mano desparramándose por el suelo de la sala?
¿Ve usted a ese señor que lleva un maletín?
Sí, ese que se acerca a usted, le va a ofrecer lo que usted pensará que es “el negocio del siglo”, cambiar su billete premiado por un importe en efectivo superior entre el 10% hasta el 20% por billetes en efectivo. ¿Qué hará usted?
Tal vez piense, que la persona que tiene delante sea un estafador que le dará billetes de Monopoly, billetes de otro país, o billetes falsos, en lugar de dinero oficial. Bueno, es una posibilidad, que en lugar de ser un blanqueador tenga delante de us-ted a un estafador o timador. Ese es el primer riesgo que se corre a la hora de cam-biar un billete premiado por dinero por “efectivo”.
Pero, imagine que esa persona le da suficientes garantías, que le permite contar to-do el dinero con tranquilidad en su casa, o en otro lugar de su confianza, tomando el tiempo que sea preciso, que le dice, “yo rompo el dicho nadie da duros a cuatro pesetas”, porque “yo doy duros a tres pesetas”.
No olvide, lleva el maletín porque la operación debe cerrarse en ese momento, “¡lo tomas o lo dejas!”.
O imagine otro escenario, ¿Y si le plantean esta operación cuando lleva su boleto al banco? Carlos Cruzado, presidente del Sindicato de Técnicos del Ministerio de Ha-cienda (Gestha) en la publicación ABC menciona, «En muchas ocasiones todo co-mienza en la entidad financiera en la que el ganador deposita el dinero. Algún empleado alerta a la red y entonces le hacen una oferta al que se ha llevado el premio»
Posiblemente hasta ese empleado se ofrezca y acceda a contar el dinero del maletín y verificar que el dinero no es falso. ¡Qué mejores garantías!
Recuerde la persona que tiene delante, necesita que el boleto del que usted ha sido premiado no llegue a depositarse en un banco (una vez depositado en el banco deja de tener interés para el hombre del maletín) y se lo entregue a cambio de dinero efectivo. Como usted sabrá el Billete de Lotería es un documento al portador que cualquiera puede cobrarlo.
Usted, con la emoción de ser agraciado, el burbujeo del champán, el canto de sire-nas de “no pagarás impuestos”, de “nadie lo sabrá”, puede que piense en que hace un buen negocio.
Reflexione un momento, ¿Cómo acreditará ante Hacienda el origen del incremento de patrimonio, del origen de esos fondos? La persona del maletín tal vez era un simple intermediario y usted nunca sepa quién cobró realmente ese billete.
Tanto si va al banco, como si compra una vivienda, como si piensa en sacarlo de España, como si lo reparte a sus familiares, como si lo guarda en ese colchón que venden con cremalleras ocultas, lo más probable, es que usted, sí, usted, acabe teniendo una Inspección, que depende de lo detectado, entre la deuda y la sanción, acabe perdiendo más de la mitad del importe del premio y además, con toda probabilidad, entre figurar en la lista oficial de defraudadores.
¿Un precio muy elevado? ¿No cree usted? De pasar de la lista de agraciados a la de defraudadores.
A diferencia de usted, el blanqueador habrá depositado un boleto legal del que, con toda probabilidad, nadie le pedirá cuentas, y que estará festejando por todo lo alto a su “salud”.
La emoción del momento, tiene dos caras… ¿Cuál será finalmente la suya?
Desde la asociación INBLAC deseamos que tome la decisión acertada y que si usted ha sido agraciado con un premio, que los “cantos de sirenas” sean de felicidad y no de la Policía.
Juan Ramón Gómez
Experto en Prevención de Blanqueo de Capitales.
MORERA ASESORES & AUDITORES miembro de IECnet.